Antes de que el cajón llegara al flamenco, la percusión se construía con el propio cuerpo y los instrumentos cercanos: las palmas marcaban el compás como un auténtico metrónomo humano, los pitos y los golpes sobre la guitarra añadían acentos, y el zapateado convertía al bailaor en músico. También se usaron castañuelas, aunque más ligadas a la escuela bolera y a estilos festivos.